El ambiente de una clase influye mucho en los resultados académicos de los alumnos.
Un mínimo de normas claras, objetivos, organización y soporte aceptados por todos, crea y mantiene el ambiente necesario para el buen aprendizaje.
El equilibrio entre la implantación de normas indiscutibles y necesarias para la enseñanza-aprendizaje, en algunas ocasiones la tolerancia y la flexibilidad, cuando no afectan a la buena marcha de la clase, constituyen el núcleo fundamental que facilita el clima de aprendizaje y dedicación al estudio, al tiempo que se genera un ambiente distendido, favorable a todo proceso de mejora y crecimiento equilibrado.
Y finalmente, la introducción de cambios en la forma de enseñar y aprender, mediante una metodología variada, hace más ameno y fácil el proceso de formación.
La integración de cambios innovadores en la interacción profesor-alumnos obedece a un doble objetivo. Por un lado, el de evitar la rutina y por otro, aumentar la dedicación al aprendizaje. La tendencia a la rutina, tanto en la enseñanza como en el aprendizaje, aburre, desmotiva y reduce el clima de aprendizaje, y seguidamente reduce la pasividad del alumnado y el aprendizaje memorístico.
La metodología variada y el comportamiento flexible del profesor, firme e intransigente en las cuestiones relevantes a nivel académico, pero tolerante o sensible a instancias que sean importantes para sus alumnos, genera un clima activo y motivador positivo para su formación.
ESTRATEGIAS PARA MEJORAR EL CLIMA DE APRENDIZAJE EN EL AULA.
Para aumentar la cohesión del grupo:
· Procurar que se tomen decisiones grupales;
· Favorecer las interacciones realizando trabajos en grupo;
Para favorecer el apoyo y comprensión:
· El profesor puede mostrarse confiado, asequible y abierto a los alumnos;
· El profesor puede procurar conocer y comentar, no sólo los problemas de la clase, sino también los personales que afectan directa e indirectamente al aprendizaje académico y profesional.
Para mantener un clima de orden favorable al aprendizaje:
· Servirse de programas y esquemas, incluso por escrito, para facilitar el aprendizaje sistemático y organizado;
· Recordar las normas y los compromisos con la frecuencia necesaria;
· Mantener las normas y acuerdos hechos colectivamente. En caso de posibles cambios, conviene discutirlo o razonarlo en la clase;
· Controlar el contenido del programa, de la metodología didáctica y la marcha de la clase, para reducir al mínimo la improvisación;
· Conviene recordar que el modo de control variable es el más eficaz: el profesor debería aprender a alternar el comportamiento basado en la autoridad con el democrático y flexible, según los casos y las necesidades. De este modo se consigue orden en los objetivos básicos pero se genera al mismo tiempo un clima de confianza y colaboración idóneo para la buena marcha del curso.
· Considerar que la metodología variada mantiene y aumenta la atención y la motivación.
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