Inteligencia Emocional en la Educación

La Inteligencia Emocional es un concepto relativamente nuevo que introdujeron Peter Salovey y J. Mayer en 1990. Estos psicólogos de Harvard forman parte de la corriente crítica contra el concepto tradicional que considera la inteligencia sólo desde el punto de vista lógico o lingüístico.
Salovey organiza la inteligencia en cinco competencias principales:
  • Conocimiento de las propias emociones (autoconocimiento)
  • Capacidad de manejarlas (control emocional)
  • Capacidad de automotivarse
  • Capacidad de reconocimiento de las emociones de los demás (empatía), y habilidad en las relaciones (habilidades sociales y liderazgo).

De todos modos, es el periodista y divulgador científico Daniel Goleman el responsable de popularizar este concepto en el best-seller ‘La Inteligencia emocional’ (1995).

En el libro ‘Predicciones’, que reúne a 31 grandes pensadores de nuestro tiempo, en el que imaginan cómo será el siglo XXI, Daniel Goleman escribe:


‘...Pronostico que las sociedades desarrolladas ampliarán las competencias de los colegios para que incorporen la educación emocional.

Nuestras habilidades emocionales y sociales siempre se han transmitido de forma vital: a través de los padres, familiares, vecinos y amigos... Pero los niños de hoy pasan mucho tiempo solos.

Es obvio que esta transmisión de habilidades básicas no se está produciendo tan bien como antes. Sin embargo, las escuelas proporcionan a la sociedad un vehículo que garantiza que cada generación aprende las artes vitales fundamentales: cómo controlar los impulsos y manejar la cólera, la ansiedad, la motivación, la empatía y la colaboración, y también cómo solucionar los desacuerdos de forma positiva. Ya hay escuelas cuyo programa de estudios va más allá de lo básico para incorporar lecciones sobre estas habilidades esenciales.

Los resultados son bastante alentadores: los niños no sólo mejoran en su autocontrol y en el manejo de sus relaciones, sino que también tienen menos peleas e incidentes violentos, a la vez que aumentan su puntuación en las pruebas académicas.

Dicho en pocas palabras, mi predicción es que habrá un día en el que todos los niños y niñas aprenderán en la escuela, junto con los tradicionales rudimentos académicos, estas artes pragmáticas necesarias para vivir mejor. En los programas escolares la empatía se valorará tanto como el álgebra’.

Es evidente que la enseñanza colectiva y simultánea, orientada exclusivamente al conocimiento, y que tradicionalmente ha venido aplicándose desde el siglo XIX ha resuelto con cierto éxito la necesidad humana de desarrollo intelectual, pero no ha encontrado muchas soluciones a los problemas personales que el desarrollo intelectual conlleva, y ésta es la carencia en la que se enfoca la Inteligencia Emocional, que a la vez puede aportar otros principios -desde el mundo de las emociones y los sentimientos-para mejorar el aprendizaje.